sábado, 5 de junio de 2010

INFORME SOBRE LA CEGUERA





Como en aquella inquietante novela -¿la recuerdan? - , todos van perdiendo la vista y los pocos que siguen teniendo la capacidad de ver, de representar las imágenes (de imaginar), son perseguidos como sospechosos, puestos al margen, perseguidos. Nuestro mundo camina hacia la ceguera como situación en la que se instala la política, que antes era sobre todo anticipación y proyecto. La ceguera de quien no quiere o ya no puede ver y que reacciona con agresividad ante quien le señala colores, formas y volúmenes que se representan tan claramente en la visión como rápida y violentamente son negados o ignorados. La diputada árabe israelí que señala en el parlamento que no defiende el estado de Israel quien realiza actos de piratería y asesina inocentes, es insultada y no le dejan hablar, porque ha visto lo que nadie ve y lo cuenta.

Con la crisis aumenta la ceguera y también, en uno de los movimientos pendulares a los que estamos acostumbrados, los visionarios. La pérdida de visión que se manifiesta en la ciega creencia que se están acometiendo decisiones necesarias en una cierta épica del sufrimiento que se resuelve en el sacrificio – el medio - y la salvación – el fin - como mecanismo ideológico, y que impide ver que sólo son medidas antisociales que rompen la protección de los más débiles, consiguen generalizar privación y desestructuración social y colectiva, y buscan salvar la riqueza de unos pocos y hacer la desigualdad social y económica cada vez más profunda. Pero se incrementa el riesgo de los visionarios, también ellos ciegos como los profetas y los rapsodas, que creen llegada la hora de un ajuste de cuentas ante el inminente derrumbe de una civilización carcomida por su propia codicia. Se da el caso que no todos escuchan la llamada del profeta visionario, no todos están dispuestos a participar en la catarsis a cuya convocatoria no acuden ni siquiera los llamados, lo que consiguientemente dificulta la selección de los escogidos.

Los que todavía ven el mundo y lo comprenden no gozan de buena reputación. Se buscan justificaciones de muy diverso origen para negar esa visión afirmando que se trata de una mirada interesada, parcial, incapaz de suministrar una comprensión global de la realidad. Nadie es amable con ellos. Se les acusa de dudar, de no atender lo que se dice que hay que decir, de no pensar como se debe. Como sucede con la diputada israelí, a los sindicatos en este país se les acosa porque ven lo que nadie quiere que vean y lo cuentan. Y sin embargo son los únicos que imaginan – y por tanto proyectan – una salida de la crisis que se aleja de la cantinela hipócrita que presenta la desigualdad y la erosión de los derechos como un sacrificio necesario para todos. Una salida que no sea “hacia atrás”, sino hacia adelante, hacia posiciones de progreso.

Hay que tomar partido por una visión de la realidad que no se asiente sobre el desaliento, el miedo, la impotencia o el engaño. Se debe reivindicar una mirada que priorice la emancipación social y la capacidad del trabajo de crear riqueza y cohesión social. La movilización en torno a esas ideas permitirá recuperar la visión de la política como un espacio de recreación de lo existente mediante la reforma de las estructuras sociales, políticas y económicas en un horizonte solidario y tendencialmente igualitario, poniendo fin a esta ceguera que niega la realidad y la reduce a una pesadilla de sumisión y de sufrimiento para la mayoría de las personas.

2 comentarios:

Pepe Luis López Bulla dijo...

Querido amigo, me explicaba Angel Rozas una anécdota de Churchill que viene al pelo de lo que dices. Sir Winston fue llamado por la reina para que le informara del desarrollo de la guerra. El tío del puro le contestó con aplomo: "Señora, los que vamos a ganar, todavía vamos perdiendo". Mis saludos, JL

Narciso Doncel dijo...

Me parece que su texto es, como señala del libro de Saramago, un poco inquietante, porque en efecto hay ceguera política en un gobierno que se despeña por la dictadura de los mercados y ofrece el poder político sin resistencia a la derecha mas mezquina de Europa