jueves, 25 de marzo de 2010

COMUNICADO DE MEDEL SOBRE LAS QUERELLAS A GARZON



En el blog hermano Metiendo Bulla se recoge el último por el momento de los comunicados de denuncia del acoso que está sufriendo el Juez Garzón a partir de las querellas aceptadas por el Tribunal Supremo español, y que lo suscribe la importante asociación de magistrados europeos MEDEL. Naturalmente es una toma de posición que ha sido inmediatamente silenciada por unos medios y vilipendiada por otros. Por ejemplo, en Onda Cero - oida, como no, en un taxi madrileño por este posteador- el comunicador social Carlos Herrera, lo definía como "un comentario más de 150 juristas de la cuerda de Garzón. Se conoce que a ellos tampoco les gustaría ser procesados". Ese es el nivel de violencia y desinformación que el tema está generando en los llamados medios de comunicación. Todo está presagiando el fascismo que viene ante el que hay que empezar a prepararse y a defenderse.


viernes, 19 de marzo de 2010

SEMINARIO LATINOAMERICANO EN ALBACETE





Magistrados hispanoamericanos participarán en el seminario "Derecho del trabajo y crisis global"

El salón de grados del edificio jurídico-empresarial del campus de Albacete acogerá el próximo 24 de marzo, el seminario hispano americano "Derecho del trabajo y crisis global", en el que participarán magistrados de la Asociación Latinoamericana de Jueces del Trabajo encabezados por su presidente, Hugo Cavalcanti Melo, magistrado del Tribunal Regional de Trabajo de Recife (Brasil). Este seminario, dirigido por la profesora de la UCLM María José Romero, abordará la necesidad de profundizar en la defensa de los derechos sociales y de la justicia laboral ante la magnitud de desempleo y desigualdad social provocada por la crisis económica originada en el sistema financiero.

Esta iniciativa formativa está organizada por la Escuela Universitaria de Relaciones Laborales (EURL) de Albacete. "Mediante este encuentro conoceremos la realidad latinoamericana en el ámbito del derecho del trabajo e intentaremos avanzar en ese proyecto conjunto con Europa que coloque al trabajador en el centro del escenario, promoviendo un nuevo orden social más justo y solidario, que recupere el empleo y profundice en la democracia", han apuntado fuentes de la organización.

El seminario dará comienzo a las 10:15 horas con la presentación del mismo por el director del Centro Europeo y Latinoamericano para el Dialogo Social y profesor de la UCLM Antonio Baylos. La primera intervención correrá a cargo de Hugo Cavalcanti Melo que impartirá la conferencia "La efectividad de las normas internacionales del trabajo en América Latina". A su conclusión, el magistrado de la Corte de Justicia de la República Dominicana, Manuel Ramón Herrera Carbuccia, expondrá su trabajo titulado "El empleo y la justicia laboral en Latinoamerica: una realidad entre la impotencia y la renovación", tras el cual, el magistrado de la Sala IV de la Cámara de Trabajo de Buenos Aires, Oscar Zas, abordará su ponencia con el tema "El principio de progresividad y la no regresividad en materia de derechos sociales".

El programa finalizará con la intervención del director de la EURL, Joaquín Aparicio Tovar, que pronunciará la conferencia "La protección de los derechos sociales en el mercado global, las relaciones entre la Organización Mundial del Comercio y la Organización Internacional del Trabajo".

La clausura del seminario correrá a cargo del vicerrector del Campus de Albacete y Proyectos Emprendedores, Antonio Roncero, y la Consejera de Trabajo y Empleo de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, María Luz Rodríguez, que harán entrega de los títulos a los alumnos de la IV edición del Máster de Empleo, Relaciones Laborales y Diálogo Social en Europa.

En el transcurso de la tarde, la UCLM firmará un convenio de colaboración con la Asociación Latinoamericana de Jueces del Trabajo, mediante el cual ambos organismos desarrollarán conjuntamente programas específicos de Cooperación Interuniversitaria, tanto en los aspectos docentes como investigador.

Gabinete de Comunicación de la UCLM. Albacete, 18 de marzo de 2010

lunes, 15 de marzo de 2010

Primera vuelta de las elecciones regionales y municipales en Francia: derrota de Sarkozy.


En Francia, hay una clara división entre las elecciones nacionales y las regionales. Estas últimas, como las municipales, se orientan ahcia la izquierda. Pero son importantes como "test" sobre los consensos recogidos por el gobierno y la delimita´ción del mapa político. En esta primera vuelta, la abstención ha sido muy importante. Pero el hecho mas llamativo es que la derecha sarkozyana ha sufrido una fuerte pérdida de apoyos, que por el contrario el Frente Nacional se consolida como una opción muy fuerte para la segunda vuelta en varios distritos, y que en la izquierda el ecologismo ha conocido un muy importante crecimiento. En la izquierda clásica, el PS supera a los gaullistas y el Frente de Izquierda , organizado por el PCF, se mantiene y crece relativamente, en especial frente a sus obstinados opositores del Nuevo Partido Anticapitalista, que pierden asimismo una parte de los consensos obtenidos hace cuatro años.
El mensaje es por tanto optimista en estos tiempos de crisis. Por si fuera poco, este fin de semana tambien ha visto una inmensa manifestación en Roma contra las marrullerías antidemocráticas de Berlusconi, que cambia las condiciones legales parala presentación de candidaturas en mitad del proceso electoral. Esperemos por tanto que el sarkoberlusconismo (palabra inventada por el maestro Vidal Beneyto, comience una decadencia irremisible.

domingo, 14 de marzo de 2010

Z. BAUMANN: ACCIÓN COLECTIVA Y GLOBAL.


El sociólogo polaco Zygmunt Baumann, autor de una larga serie de obras importantes y críticas con la globalización económica y sus consecuencias civilizatorias, ha concedido hace diez días una entrevista al diario Público de la que se entresacan algunas afirmaciones bien interesantes.
"La gran cuestión política contemporánea es 'si alguna fuerza política puede contener la marea de globalziación desenfrenada de capital, comercio, finanzas, criminalidad, drogas y armas, teniendo únicamente a su disposición los medios de un Estado en solitario".
La respuesta es no. Y la crisis económica lo ha vuelto a poner en evidencia. Baumann critica las medidas tomadas por los gobiernos progresistas para frenar la recesión. 'Cada vez es más complicado distinguir entre las políticas económicas de la derecha y las de la izquierda. Ser de izquierdas parece significar ahora hacer de un modo más riguroso el trabajo que la derecha dice que hay que hacer. Y una vez hecho, paliar las nefastas consecuencias sociales de dicho trabajo'. De esta forma, reducida la socialdemocracia a una especie de organismo de beneficiencia encargado de cuidar a las víctimas de un huracán llamado globalización económica, sólo queda saber si aún estamos a tiempo de revertir esa situación. Es preciso dar un giro de volante a la deriva de la sociedad de consumo. 'Actualmente se espera que sean los propios individuos los que conciban soluciones individuales a los problemas sociales. La solidaridad comunitaria ha dado paso a la competencia entre individuos. La sociedad de consumo practica una exclusión más estricta, violenta e implacable que la antigua sociedad productiva'.
'La única respuesta posible a la globalización económica es el surgimiento de un espacio político igualmente global', aunque la tarea no es nada sencilla. La idea de crear una especie de super Estado democrático global se enfrenta al 'escepticismo existente en torno a la viabilidad de una democracia postnacional o a cualquier entidad política democrática por encima del nivel de nación'.
Una recomedación de entre la inmensa obra de Z. Baumann: Archipiélago de excepciones, Katz editores, Buenos Aires / Madrid, 2008, con comentarios de G. Agamben. Merece la pena el libro y la editorial.

lunes, 8 de marzo de 2010

8 DE MARZO: RELACIONES Y CORRELACIONES. (DIÁLOGO SOBRE LA DIFERENCIA)





Se recoge aquí un intercambio de mensajes sobre igualdad, diferencia y discurso emancipatorio que tuvo lugar a partir de una sesión de seminario en Toledo, el 17 de diciembre de 2009 y que se recupera de forma fragmentaria en esta entrada. Se ha mantenido el anonimato de los autores de la correspondencia, porque la foto no recoge la totalidad de los integrantes del seminario referido. Se ha mantenido sin embargo el tono de la escritura.

Queridas amigas, querido amigo: Os escribo para intentar entablar un diálogo desde un proceso de trabajo como el mío que mantiene ciertas peculiaridades y que se ha ido asentando durante un largo tiempo en una perspectiva fundamentalmente partidaria de un colectivismo democrático o de democracia colectiva (llamémoslo así de momento).

Ante todo el lenguaje. En este terreno todo son convergencias. La ruptura de los estereotipos que crea un lenguaje y una narrativa determinada golpea por igual a cualquier proyecto de emancipación social. De la historiografía feminista, por ejemplo, se puede deducir importantes indicaciones sobre la propia forma de producir el relato histórico, sus contenidos y su “ámbito” de descripción. Lo mismo podremos decir del derecho y del lenguaje jurídico. Las categorías jurídicas en muchas ocasiones se construyen como inversión de la realidad o al menos como inversión de una realidad tal como es percibida por el observador. Es por tanto muy interesante hablar sobre las palabras y el sentido de las palabras, porque nombran el mundo, y lo hacen desde la visión de quien puede ordenar ese mundo. Por eso es importante apropiarse del lenguaje y/o tener un lenguaje propio. Con el problema de no saber si se opta por la invención de nuevas palabras o la reformulación -¿refundación? - de otras.

Después el silencio. El silencio que pertenece a un sujeto que no se revela / no se rebela. Hay algunas semejanzas con la problemática del catolicismo existencialista de los años 50 del pasado siglo: el silencio de Dios. El, como ese sujeto mudo del que hablamos, es una verdadera potentia, en la que se radica el poder de crear. Pero no habla. Se expresa de forma indirecta, a través de otros signos – la ciencia, la fraternidad entre las personas, la felicidad. Tomad pues esa imagen aunque -¡ay!- tenga tan oscuro origen ideológico. ¿Por qué la potentia no habla sino a través de otros signos, no hace escuchar su voz? Posiblemente porque no puede hacer de otro modo, porque no tiene forma de comunicarse directamente. La voz del oprimido se expresa así a través de sus organizaciones que le convierten en un sujeto colectivo, general (lo que implica el cambio de sustancia del sujeto). Y el derecho interviene en esa transustanciación definiéndola como representación, que es presencia de tantos y acción de intervenir en nombre de. Por tanto, subjetividad colectiva y representación son los órganos vocales de los oprimidos.

Pero no saben hablar con su propio lenguaje. Aprenden el que encuentran en la sociedad, el lenguaje de los otros, del otro. Le dan otro significado, lo retuercen con modismos y significados propios, lo transforman, pero no hablan otro lenguaje. Ese es el problema del lenguaje de los derechos, y de las nociones básicas como las de igualdad, no discriminación e cosí via. Porque hay una gran ambivalencia en esas nociones que expresan tanto una forma de gestión del poder – y del gobierno de las relaciones socio-económicas – como una capacidad de resistencia y un deseo de emancipación.

En estos dos temas hay diferentes formas de comprensión de los elementos que lo componen. En el del sujeto que da voz a los que no la tienen y en el espacio en el que se desenvuelve, el espacio público de la política, la intersección entre la economía y la sociedad, las construcciones culturales del mercado y del Estado. Todos estos son los perímetros en los que se quiere encerrar al poder y su capacidad de reproducir las estructuras de subordinación / sumisión a través de la opinión pública, los mecanismos culturales, la violencia sobre la existencia. En este aspecto, la dimensión colectiva de la subjetividad aparece trabada por el universal “persona”, “hombre”, “trabajador”, y guiada ante todo por criterios posiblemente objetivables en torno a los valores de igualdad y fraternidad, que dan lugar a su traducción jurídica en los derechos sociales, el Estado Social y los derechos sindicales como derechos de participación democrática. Los derechos se articulan y se complejizan, ofreciendo vertientes individuales y colectivas, pero se configuran como espacios de resistencia (frente al poder) y de construcción de un proyecto social general en cuyo marco se desarrollan las potencias y capacidades creativas personales. Este esquema que se construye sobre todo a partir de un espacio público a partir de la política (o de la socio-política) y que busca en esencia la desmercantilización programada de las necesidades sociales, se basa ante todo en el trabajo. Porque en él se da la ambivalencia máxima de la capacidad creativa, constructiva, y la expropiación máxima de ésta hasta el extremo de comprometer las propias energías y el propio cuerpo en un proceso de cosificación y de alienación para otro. Y en esa contradicción se resume una gran parte de los problemas del lenguaje del poder, de su gramática y de su sintaxis, que estamos condenados a practicar para comunicarnos entre nosotros e intentar otros acentos, otros énfasis que precipiten un “habla” dialectal, propia e identitaria.

Normalmente, desde este punto de vista, la “apertura” se produce desde la noción de representación, que condiciona la propia subjetividad colectiva. Por esta vía – re/presentar los distintos grupos e intereses que se “encuentran” (están presentes) en el trabajo como sujetos relevantes – es como se interroga el discurso laboralista sobre los cambios de la subjetividad del trabajo. En este aspecto, las identidades en el trabajo condicionan la propia categoría del trabajo, cada vez más adjetivado y referenciado: trabajo típico y atípico, formal e informal, productivo y reproductivo. Adjetivos que se juegan en relación con identidades muy marcadas de los sujetos que trabajan: mujeres, jóvenes, inmigrantes. Esa problemática trasciende desde luego el terreno de la representación y se proyecta sobre los principios de igualdad, no discriminación, paradigmas ahora de un mundo regulado sobre la aceptación de la diferencia identitaria: género y etnia fundamentalmente como convenciones sociales y culturales que pueden / deben ser apreciadas como fundamento de una radicalidad democrática alternativa.

Entonces posiblemente la transformación de las relaciones de fuerza en relaciones libres y la exaltación de la libertad como capacidad de autodeterminación personal que no sólo se mantenga incólume en el “tiempo de vida”, sino que se reivindique en el “tiempo de trabajo”, ayuda a forzar los límites del derecho, mantener desde varias posiciones una crítica emancipadora a la arquitectura del sistema jurídico – laboral y a sus fundamentos de protección social, donde perspectivas culturalmente diferentes no se estorben en una labor de “deconstrucción” del lenguaje del poder y del discurso jurídico dominante que lo legitima. Hay mas problemas en la pars construens de nuestros razonamientos, pero es cuestión a mi juicio de ir confrontando algunas experiencias teóricas y prácticas que nos aseguren mutuamente.

jueves, 4 de marzo de 2010

KEN LOACH Y RIFF – RAFF : LA DENUNCIA DE LAS CONDICIONES DE TRABAJO BAJO EL NEOLIBERALISMO





El cine de Ken Loach es un cine de denuncia del neoliberalismo tras el triunfo en Inglaterra del Thatcherismo, cuyos exponentes políticos le “depuran” de la BBC. Es en esa línea anticonservadora en la que se inscriben sus denuncias del terrorismo de estado en Irlanda del Norte (Hiddden Agenda, 1990) o la primera de la serie sobre las condiciones de trabajo que impone el liberalismo a los ciudadanos ingleses, Riff Raff, que debe ser comparada con otro film de Loach realizado justo diez años después, The Navigators (La cuadrilla), que resume su juicio crítico – y pesimista - sobre el resultado de diez años de economicismo, antisindicalismo e individualización de las relaciones laborales en Inglaterra a través de un relato sobre la privatización del servicio público de ferrocarril. Su capacidad crítica, ligada a su militancia en la izquierda radical le llevó también a criticar un sistema de welfare deshumanizado en Ladybird, ladybird (1994), o a los presupuestos ideológicos y económicos del “nuevo laborismo” de Tony Blair (My name is Joe, 1998).

Loach escribe cinematográficamente una cierta épica de la clase obrera, a la que devuelve su visibilidad social y literaria en un escenario / en una escritura de la que estaba clamorosamente ausente. Uno de los mejores estudiosos del cine y derecho, Juan López Gandía, define el cine de Loach como el paradigma del cine del post-fordismo, pero con la característica nada post-moderna, de ser expresión de un cine político antisistema. Para López Gandía, Loach introduce en sus películas una visión neorrealista del trabajo y de los trabajadores, conduce a una com-pasión por el explotado, por una clase obrera sometida a la explotación, abandonada a su suerte y traicionada por sus representantes políticos.

Riff Raff, claves de lectura.

La película narra la historia de un grupo de trabajadores de la construcción. Son todos ellos gentes de otros lugares, que se han ido trasladando a Londres, provenientes de ciudades donde han perdido el trabajo y no pueden encontrarlo. El escenario principal de la acción es el lugar de trabajo. Simbólicamente, sobre las ruinas de un hospital, construyen unos bloques de viviendas de lujo, una metáfora de la decisión política neoliberal. Son personajes que se mueven hacia el trabajo, modifican y alteran sus condiciones de existencia porque necesitan trabajar como única forma de subsistir, y ese movimiento migratorio lleva consigo crisis y rupturas personales, en una dimensión temporal muy cerrada porque el futuro está perdido para ellos.

Hay dos personajes clave en el film. El protagonista, interpretado por un actor luego muy (re)conocido, Robert Carlyle, inmenso, es un obrero que viene de Escocia, de Glasgow, ex presidiario, que entabla una relación afectiva de pareja con una joven en paro. Su contrapunto es un espléndido actor Ricky Tomlinson, un trabajador maduro y experimentado que ha trabajado en etapas diferentes, conoce sus derechos y ejerce de representante informal de los trabajadores, y simboliza el trabajador de oficio clásico, un arquetipo épico y simpático. Riff – Raff (en argot chusma, gentuza) es la crónica de estos personajes y su relación con los compañeros del trabajo, con los capataces y encargados y las relaciones de compañerismo y de solidaridad entre ellos, en un contexto general de degradación de las condiciones de trabajo y de vida. Las referencias a la práctica imposibilidad de encontrar una habitación y la fórmula de la ocupación de casas como forma de vida, la importancia de la droga como escape de una existencia insoportable y sin salida, son alguno de los temas recurrentes. Hay una cierta salida “optimista” que pasa por la rebelión y la destrucción simbólica del edificio construido, pero en esa destrucción está incorporada la del trabajo y la vida de estas mismas personas. Fuera de la pars detruens no hay capacidad de construir una alternativa que organice y dirija una respuesta colectiva y que recobre la iniciativa política e ideológica de los trabajadores.

Todo ello resalta una visión muy crítica de lo que suponía la hegemonía política, ideológica y económica del neoliberalismo, que se había impuesto paulatinamente como forma de pensamiento único en la globalización a partir de la caída del muro de Berlín en 1989. Y la crítica se realzia precisamente a partir de uno de los enclaves más fuertes de esta ideología, Gran Bretaña, que había padecido una década de gobierno del partido conservador liderado por Margaret Thatcher.
Del film emerge nítidamente la contraposición que realiza el neoliberalismo entre derechos laborales y creación de riqueza. Una relación excluyente, de forma que el crecimiento económico y el aumento de la riqueza depende directamente de la reducción de los derechos de los trabajadores y de su protección social. Bajos salarios y amplias jornadas a destajo, no cotización a la seguridad social, exclusión de la relación laboral y proscripción de la acción colectiva son los componentes de una economía en expansión y crecimiento. En ese sentido, en el film se presentan unas relaciones laborales descolectivizadas, donde no hay sindicato ni hay lugar para la representación de los trabajadores. La representación informal que efectúa el trabajador “experimentado”, que ha conocido tiempos en los que se trabajaba con medidas de seguridad, acaba con el fulminante despido del mismo. Son además relaciones de trabajo deslaboralizadas, puesto que no se les considera jurídicamente trabajadores asalariados. Son “autónomos” - ¿económicamente dependientes? – que deben pagar ellos mismos sus cotizaciones a la seguridad social y alos que no se les paga salario, sino una contraprestación económica a su trabajo prestado en régimen de autonomía. El eje del film es mostrar que el sistema no sólo es degradante en las condiciones de prestación del trabajo sino que se pone en riesgo de forma consciente la seguridad y la salud de los trabajadores. La seguridad en el trabajo es puro coste empresarial, y por tanto hay que ahorrárselo en una estrategia de reducción de costes y de maximización del beneficio, sin que exista en consecuencia una política de prevención del riesgo y de protección frente al accidente de trabajo.

El paraíso neoliberal nos devuelve a los inicios del derecho del trabajo, cuando aún no se habían generalizado los mecanismos de nivelación de la desigualdad social y de restricción del poder privado sobre las personas que implica el trabajo asalariado. El neoliberalismo crea un obrero flexible, sin derechos y sin posibilidad de construir un espacio de vida digno. El problema es que esta tragedia se realiza a finales del siglo XX y no en los comienzos del siglo XIX. Pero hay evidencias que la mirada neoliberal y economicista sobre el trabajo no ha perdido fuerza no sólo en las instituciones que regulan la economía global, sino en las organizaciones políticas y en los gobiernos que dirigen Europa. Hacer emerger el sufrimiento y la indignidad de estas políticas es uno de los grandes méritos que tiene el cine de Ken Loach.