
Sorprende en un primer momento el papel que no pocos socialdemócratas están jugando, haciendo parte del trabajo sucio de esos mercados, reduciendo la economía social y la democracia (eso es la imposición de cargas desmesuradas sobre los trabajadores, eso es el desprecio al mundo sindical, eso es la renuncia a aplicar racionalmente las mediadas económicas). El presidente federal se refugia en su debilidad psicológica, moral y racional en esa escapatoria hueca del interés del país. El presidente federal debiera tener suficiente cultura básica para entender que no existe tal interés de país, sino muchos intereses diversos, confrontados y que las medidas políticas, para ser eficaces, han de distribuir costes y beneficios adecuadamente y no hacer recaer los costes en unos y los beneficios en otros.
Lluís Casas, haciendo huelga a las ocho de la mañana.
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