Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939 profundiza en el análisis de un período de la historia de la fotografía del siglo XX en el cuál ésta se pone al servicio de los diversos movimientos obreros (desde el asociacionismo sindical hasta la creación de estados “de los trabajadores”, como el soviético), partiendo de la autoconciencia de la clase obrera y la toma de los mecanismos de producción y reproducción de imágenes. Al abordar el estudio de la vanguardia artística interconectada con la vanguardia política, esta exposición pone fin a la hegemonía historiográfica de otros movimientos en la historia de la fotografía, como la Nueva Visión, desplazando así en importancia la visión mecánica por la relación con los movimientos sociales y centrando el debate en torno a la fotografía como documento. Presenta fotografías (en gran parte copias vintage), películas y otros documentos, con especial atención a las publicaciones periódicas, el medio fundamental para la circulación de imágenes y sus ideas asociadas en estos años.
Nacido de la tercera Internacional Comunista (la primera tras la Revolución Soviética), el movimiento tuvo su momento inicial en el concurso convocado en 1926 por la revista AIZ (Arbeiter Illustrierte Zeitung, revista ilustrada de los trabajadores), en el contexto de la República de Weimar. Simultáneamente, en la Unión Soviética nace la revista Sovetskoe Foto con la misión de liderar y coordinar la cultura fotográfica soviética en pos de la construcción del nuevo estado socialista. Desde ese origen, la fotografía obrera se expande hasta articularse como paradigma para los movimientos de izquierda en el centro y norte de Europa y Estados Unidos; estas ramificaciones llegan a impregnar a las experiencias del Frente Popular en España y Francia, dos casos de estudio que inciden en el carácter transnacional del movimiento. Hacia 1939, con el fin de la Guerra Civil Española y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, se inicia un nuevo orden mundial que lleva al declive de un movimiento que había dado a luz a nombres como Sergei Tretyakov, David Seymour, Robert Capa, Paul Strand, Tina Modotti, Walter Ballhause o Max Alpert, entre muchos otros.
Si las diversas revoluciones obreras plantearon nuevas visiones del mundo y formas radicales de reeducación de la mirada, la fotografía obrera nació de esta misma conciencia social que desembocó en la apropiación del medio fotográfico y, por ende, de la propia imagen. Esta exposición dibuja así un fresco del momento en que la autorrepresentación de la clase obrera se vuelve una forma de emancipación social y arroja una mirada horizontal, no en picado, de la clase obrera durante los años centrales de la primera mitad del siglo XX. Esta muestra y el catálogo correspondiente se convierten en un conjunto que aporta un capítulo fundamental a la historiografía fotográfica. En paralelo, el ciclo de cine Documental proletario analiza la emergencia del documento audiovisual que, junto al documento fotográfico, forma el principio de la cultura visual moderna.
Museo Reina Sofía
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