Se ha celebrado en Madrid, en la Universidad Complutense, el acto de apoyo a Garzón organizado por los sindicatos CC.OO. y UGT. Abarrotado de público, con presencias muy significativas de la izquierda social y política, ha exteriorizado la velocidad con la que el conflicto político que se ha abierto con la criminalización de quién mantenía la necesidad de investigar los crímenes del franquismo. La negación de la memoria histórica de una parte y el rechazo de la legalidad internacional sobre las ejecuciones extrajudiciales como crímenes no prescritos y permanentes, están acelerando y extendiendo un debate fuerte en la sociedad española que recupera de forma abrupta la necesidad de aformar la esencia del sistema democrático. El posicionamiento del magistrado del Tribunal Supremo Luciano Varela a favor del negacionismo y de la consideración de la acción del magistrado encausado como un acto criminal grave, ha hecho que se planteara de forma también muy directa interrogantes sobre la actuación política y jurídica del propio Tribunal Supremo, que en este caso se muestra claramente proclive a gestionar las reivindicaciones antidemocráticas de la extrema derecha.
El acto ha sido extremadamente importante. Supone el retorno, en primera fila, del sindicalismo confederal a la política democrática, mostrando que es un agente social de gran magnitud. No en vano la portavoz del PP ha tildado de "ataque al Estado de derecho" este acto, y el CGPJ ha rechazado las "presiones" sobre el Tribunal Supremo, porque parece que los ciudadanos no pueden discrepar de las decisiones judiciales. A ello se une el encierro simbólico que un colectivo de actores e intelectuales han realizado en la Escuela de Relaciones Laborales de la UCM, para mostrar tambien su protesta por el procesamiento de Garzón como prevaricador, y reivindicando la investigación de los crímenes del franquismo. En ambos casos, se une la preservación de la democracia y la reivindicación del antifranquismo. Se comprende que a la derecha política y a una gran parte de la judicatura esté movimiento le perturbe. Por eso es estigmatizado en sus medios de opinión y por la gran mayoría de los comunicadores sociales como peligroso, injusto, excesivo. Ya veremos cuanto tardan en pedir que también se considere delincuentes a los que lo impulsan.
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