Todos los países tienen narraciones oficiales sobre las bondades de su gobierno respecto de la creación de empleo. En España las hemos conocido casi todas, aunque en los últimos tiempos se hayan especialziado en cómo crear nuevos puestos de trabajo y en reducir el proceso de destrucción de empleo. La solución neoliberal - preconizada por la Comisión Europea, el Banco Central y los gobiernos de toda condición - afirma que degradando los derechos se crea más empleo. El ejemplo chileno es emblemático al respecto. Por eso el informe de la Fundación Sol que aquí se resume es esclarecedor del precio de crear empleo sin derechos.
En Chile, durante los últimos 2 años se ha celebrado positivamente la marcha del empleo a nivel nacional dada la creación de más de 570.000 puestos de trabajo durante el actual gobierno, lo que significa más de la mitad de la promesa presidencial de llegar a un millón de nuevos empleos. Además, el año 2011 se ha observado un estancamiento estadístico de la tasa de desocupación, ante lo cual algunos han hablado de la posibilidad de llegar al pleno empleo.
Sin embargo, un reciente estudio denominado “Precariedad laboral y modelo productivo en Chile”, del Área de Tendencias del Trabajo de la Fundación SOL, presenta evidencia que apunta a una conclusión mucho menos auspiciosa. El informe fue elaborado utilizando los datos aportados por la Nueva Encuesta de Empleo del INE que, según los investigadores de la Fundación, “aporta datos suficientes como para derribar el mito de un país de trabajos formales, protegidos, estables y productivos, listado que siempre es sacado a la luz por los sectores empresariales para aplicar políticas que profundicen la flexibilidad laboral de un trabajo, que a su parecer, tiene altos costos de contratación, es muy rígido y poco productivo”.
Según el Índice de Empleo Protegido que elabora mensualmente Fundación SOL en sus Minutas de Empleo, hoy sólo el 39% de los ocupados y el 52% de los asalariados tiene un empleo protegido. Por otro lado, según el Índice de Inserción Laboral, medida que divide a la población chilena en función de su relación con el mercado de trabajo, la población chilena se inserta crecientemente en el trabajo de una forma endeble.
Este índice clasifica el tipo de inserción de los ocupados en tres anillos jerarquizados y diferenciados en protección, continuidad y formalidad. El Primer Anillo de Inserción Laboral Alta, es el núcleo de alta protección, formalidad, continuidad y estabilidad en el trabajo. El Segundo Anillo de Inserción Laboral Media, es aquel compuesto por empleos caracterizados por algún grado de formalidad o protección, y/o de continuidad y estabilidad. El Tercer Anillo de Inserción Laboral Baja, finalmente, es donde se concentra la informalidad, desprotección e inestabilidad laboral.
Según los resultados del informe, el único anillo que ha aumentado es el tercer anillo de la desprotección y la informalidad. En especial los trabajadores por cuenta propia subempleados, es decir, aquellos que trabajan jornada parcial y desean trabajar más horas pero no encuentran esa opción (jornadas parciales involuntarias), los cuales han aumentado en un 46%.
“Estos datos indican claramente, utilizando las palabras del sociólogo francés Robert Castel, la presencia de una ‘nueva cuestión social’, similar al pauperismo del siglo XIX, al generarse en relación al trabajo una población con condiciones críticas de vida que tiene una gran vulnerabilidad” plantea Patrizio Tonelli, historiador de la Fundación SOL y uno de los autores del documento.
El palabras de los autores la precariedad del mercado laboral se enmarca en la ola liberalizadora de los años ‘70 “con la impronta específicamente chilena del desmembramiento de la industria – incompleta, pero existente – y una reorientación de la producción hacia la exportación de commodities, lo que configuró una pequeña economía abierta al exterior, catapultada por actividades extractivas de recursos naturales, que no generan riquezas por medio de valor agregado del trabajo.”
“El presente estudio pone en marcha una reflexión que toma el peso social a la precariedad laboral del país, insertándola en el problema más general del modelo económico de desarrollo y la matriz productiva de Chile, los cuales intrínsecamente, poseen una limitada capacidad de generar empleos productivos y de buenas condiciones. Lo que queremos instalar es que una economía no productiva, no genera empleos de calidad” señala el sociólogo Alexander Paéz, otro de los autores del documento.
Para descargar el contenido del informe en pdf:
http://www.fundacionsol.cl/wp-content/uploads/2011/12/Ideas-1-Tendencias-del-Trabajo2.pdf
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