"Desde 1848 ha tenido lugar en todos los paises más avanzados un desarrollo inaudito de la industria y una expansión ni siquiera soñada de las exportaciones y las importaciones. En todos ellos, "el aumento de la riqueza y el poder, restringido exclusivamente a las clases poseedoras", ha sido en realidad "embriagador". En todos ellos, lo mismo que en Inglaterra, una pequeña minoría de la clase trabajadora ha obtenido cierto aumento de su salario real, pero para la mayoría de los trabajadores el aumento nominal de los salarios no representa un aumento real de bienestar, ni más ni menos que el aumento del coste de mantenimiento de los internados en el asilo para pobres o en el orfelinato de Londres. Por todas partes, la gran masa de las clases laboriosas descendía cada vez más bajo, en la misma proporción, por lo menos, en que los que están por encima de ella subían más alto en la escala social. En todos los países de Europa -y esto ha llegado a ser actualmente una verdad incontestable para todo entendimiento no enturbiado por los prejuicios y negada tan sólo por aquellos cuyo interés consiste en adormecer a los demás con falsas esperanzas- ni el perfeccionamiento de las máquinas, ni la aplicación de la ciencia a la producción, ni el mejoramiento de los medios de comunicación, ni las nuevas colonias, ni la emigración, ni la creación de nuevos mercados, ni el libre cambio, ni todas esas cosas juntas están en condiciones de suprimir la miseria de las clases laboriosas; al contrario, mientras exista la base falsa de hoy, cada nuevo desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo ahondará necesariamente los contrastes sociales y agudizará cada día más los antagonismos sociales. Durante esta embriagadora época de progreso económico, la muerte por inanición se ha elevado a la categoría de una institución en la capital del Imperio británico. Esta época está marcada en los anales del mundo por la repetición cada vez más frecuente, por la extensión cada vez mayor y por los efectos cada vez más mortíferos de esa plaga de la sociedad que se llama crisis comercial e industrial"
Karl Marx, Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores, escrito en Londres entre el 21 y el 27 de octubre de 1864.
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