Ayer domingo 19 de enero, falleció en accidente de coche nuestro compañero Jose María Arcos. Esta necrológica quiere recordar su facete de profesor universitario.
Estoy
todavía estremecido por la noticia de su muerte. No es posible aceptar
la desaparición de un hombre esencialmente bueno, amante de su familia,
amigo de sus amigos, que deseaba un mundo mejor, más libre y solidario
para todos. Por eso hacía política, en el sentido artesanal, creativo
del término. Siempre con el sentido crítico que en tantas ocasiones le
llevaba a disentir de las decisiones del poder público, aunque fueran
las que emanaban de los dirigentes de su partido. Creía en el pueblo, en
los ciudadanos, como sujetos activos que participaban en la
programación y dirección del interés general. Era ante todo un demócrata
radical.
Mi relación con Jose María Arcos proviene de lejos, cuando me incorporé a Ciudad Real con el encargo del Rector de organizar el área de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en el CEJE con vistas a la inserción de la misma en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Le conocí entonces y enseguida simpatizamos. Su devoción por la cultura y el teatro era contagiosa. Durante todos nuestros encuentros su primera pregunta se dirigía a conocer mi opinión sobre alguna obra de teatro reciente, una colección de poesía, o, sabiendo de mi cinefilia, mi opinión sobre alguna película. Con ocasión de un importante encuentro hispano-italiano que se realizó en Almagro en el 2002, Jose María organizó una impresionante lectura de fragmentos del Quijote en el Corral de Comedias y luego interpretó y dirigió Luz de Gas en la bombonera del teatro municipal para nuestros muy numerosos invitados. Con modestia, como siempre, presentaba su mejor aportación al éxito de este encuentro.
Quiso emprender el camino de la tesis doctoral, como habían hecho sus compañeros del CEJE Jose Antonio Prieto y Antonio Barba. Su elección denotaba su originalidad y su profundo sentido social. Pretendía extraer de los registros civiles y de las decisiones de los jueces de paz historias de vida en Ciudad Real que permitieran reconstruir la situación de miseria y dependencia social de gran parte de la población y la importancia del elemento colectivo, sindical y político, en la emancipación de aquellas personas. La idea era excelente, pero muy difícil de llevar adelante y el retorno a la actividad política plena frustró aquella posibilidad.
Era un profesor excelente. Sabía exponer los contenidos de las asignaturas – en plural, porque dio muchas, aunque su favorita era el derecho de Seguridad Social – con una didáctica potente que favorecía el seguimiento de los cursos por los alumnos de relaciones laborales. Siempre tuvo las mejores calificaciones por parte de éstos en su actividad docente. Era cumplidor y generoso en un trabajo, el de profesor, que se acumulaba a su intensa actividad profesional y política, siempre disponible para cualquier empeño docente o académico adicional. A menudo bromeábamos sobre la condición de actor como un elemento imprescindible para poder ser un buen docente. Él lo era absolutamente. Ambas cosas.
Los recortes de plantilla que impuso brutalmente el gobierno de la Junta de Comunidades a partir del 2011 le expulsaron de la Universidad. Jose Maria, como tantos otros magníficos profesionales, fue considerado un coste económico inasumible por la Universidad. Él lo aceptó con parsimonia, hasta me agradeció la llamada y la comida que tuvimos para comunicarle la decisión del Vicerrector de Profesorado. Algún día se podrá valorar el daño inmenso que esta política ciega de recortes llevada a cabo por el gobierno de Cospedal ha hecho a la región, expulsando a decenas de magníficos profesionales que colaboraban – a un coste bajísimo, por cierto – con la formación de los universitarios. Jose María Arcos es un ejemplo emblemático de ello.
No podemos olvidarle, su recuerdo permanece entre nosotros. Nos gustaría tributarle un homenaje, y posiblemente lo haremos el mes que viene, como reconocimiento de su Facultad a su trabajo como profesor universitario, una faceta más que se une a las muchas en las que siempre brilló con luz propia.
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