miércoles, 25 de marzo de 2009

"LOS IDIOTAS" Y LARS VON TRIER: APARIENCIA E IDENTIDAD SOCIAL

Un film singular sobre la apariencia y la identidad social.

El director y la película son un tanto especiales. Ambos son exhibicionistas y a la vez manifiestan una cierta timidez. El director, conocido a partir de su obra impresionante Europa (1991), en donde ofrecía una visión terrible de la permanencia del nazismo y de la incomprensión del ocupante en una Alemania pos-bélica filmada en un luminoso blanco y negro, había decidido, junto con otros colegas dedicados a la dirección, un método de trabajo que, de forma irónica, lo habían asemejado a un extrañamiento del mundo mediante la asunción de un compromiso personal ante la divinidad: el voto de castidad, que fue la forma en la que se expresaba el decálogo de principios para el hacer cinematográfico que se denomina Dogma y que asumen tres directores daneses en 1995, liderados por Trier. Hay desde el inicio la presentación distanciada y ambivalente de este asunto, puesto que lo que era una reivindicación de una forma de hacer cine y de reflejar la realidad y la capacidad cultural de transformarla, se presentaba desde una solemnidad formal en los planteamientos que desvelan inmediatamente una cierta ironía respecto a los mismos. Castidad – en el sentido de no ceder a la obscenidad del mercado ni a la tentación de los géneros ya construidos - y dogmatismo no son desde luego las expresiones adecuadas para describir la forma de construir los relatos y de adecuar la escritura visual a los mismos empleada por este grupo y por Lars Von Trier ante todo. Pero es un movimiento que se incribe muy bien en los avatares culturales de los años 90, el encumbramiento del mercado y de la cosificación de las personas, la banalización de las formas culturales y, muy en particular, la consideración del cine como industria, como negocio. Dogma es una respuesta a estas tendencias y a la aceptación fatal de las mismas por gran parte de la intelligentsia cinematográfica europea, con su atracción fatal por la máquina productiva de Hollywood y su sistema de realización cinematográfica.
Idioterne (Los idiotas) es un film que data de 1998 y aposenta su fama relativa en su adscripción a los cánones delimitados por el decálogo del Dogma. Como escritura cinematográfica es expresionista, juega fuertemente sobre la interpretación de los actores, y recrea escenas cerradas como si se tratara de una cierta sucesión de cuadros teatrales. Es un film en el que el juego que da la interpretación es decisivo. En un sentido inmediato, produciendo la sensación de credibilidad en los espectadores, y en un sentido más amplio, induciendo un eje de explicación de la construcción social actual. La interpretación significa actuación, máscaras, situaciones que alimentan la apariencia y que sin embargo permiten reflejar los tipos y las acciones de la realidad. El intérprete es un actor, pero en esa apariencia se encuentra el reflejo de la verdad. Más aún, mediante la exhibición de la máscara del actor se reconstruye la realidad tal como realmente es y no como aparenta ser. La mediación del intérprete destruye las ficciones de la sociedad, sus hipocresías y sus presunciones falsas marcadas fundamentalmente por el dinero y la violencia.
En el film comentado, este artificio se explicita desde el comienzo. Un grupo de jóvenes de clase acomodada se presentan como idiotas – no sólo en el sentido de deficientes mentales, sino en el más amplio de personas sin juicio, sin sentido común – para poder mostrar así de manera invertida, la carencia de sentido y la idiotez del mundo que les contempla. Su revuelta no se expresa sólo como una manera de vivir, sino que interpela directamente, a través de su presencia como excluidos culturales, físicos, políticos, a una forma de relación social burguesa, confortable, segura y rutinaria. Y el resultado es devastador, porque de la apariencia del idiota brota la realidad irrazonable en la que se desenvuelve la mayoría de la población, sus mitos absurdos, sus esperanzas sin sentido y la propia enajenación continua en la que se precipitan como un devenir natural. Las escenas muy divertidas del film de la visita a la fábrica o la venta del piso tienen un inmediato efecto de corrosión de las formas en las que se expresa la organización de la propiedad inmobiliaria o la organización del trabajo. En el mismo sentido, la reivindicación del cuerpo o la expresión libre de la sexualidad tiene una doble dimensión reivindicativa y a la vez de denuncia de la supuesta liberación personal que se encuentra en este punto.
Pero también en el film hay una dimensión más clásica, que se verifica en la segunda parte del mismo, y que investiga en la incapacidad del grupo de escapar a esa misma alienación y carencia de sentido. La reconstrucción de relaciones de autoridad traspasa la farsa y se asienta dolorosamente en la conducta de los supuestos transgresores, y afecta naturalmente a la persona más sensible y quizá cautivada por el ímpetu subversivo del experimento llevado a cabo por el grupo. En ese análisis, Trier es muy eficaz y retorna a esquemas de identidad clásicos. La pertenencia a la clase – a la clase obrera – sigue siendo el elemento decisivo para explicar la carencia de sentido y la injusticia de una existencia sin posibilidad de redención.
Es este un punto en el que el director había insistido e insistirá en posteriores trabajos. Rompiendo las Olas (1996) o Bailando en la oscuridad (2000), son películas en las que la condición obrera tiene una centralidad explicativa del problema de la existencia como sufrimiento, como ser para la muerte. Son dos películas éstas en las que el melodrama está muy condicionado por una cierta perspectiva cristiana – no en vano Trier en esa época declara su conversión al catolicismo después de una peripecia personal – pero esta reflexión sobre la existencia y el sufrimiento personal está anclada en la identidad social subalterna de pertenencia a la clase obrera.
Como primera expresión cumplida de una forma de hacer cine, Los idiotas es una obra muy singular y expresiva de la manera de interpretar la realidad que propone Lars Von Trier. Una realidad que se refleja como desigual, cruel y violenta en la misma medida que se describe su homogeneidad social y la confortabilidad en esa manera de vivir de la gran mayoría de la población. Es una mirada pesimista porque la subversión y derrocamiento de este orden de cosas no parece que pueda originarse en el interior del mismo. Sólo mediante un juego de espejos se puede apreciar el sin sentido, la carencia de razón y la alienación que fundamentan nuestras sociedades. Pero como tal es pura apariencia, no trasciende el efecto reflejo que, en cuanto tal, está también contaminado por la imagen mostrada.

(Comentando este texto, tras el visionado del film, dos conocidos cinéfilos departen animadamente)

miércoles, 18 de marzo de 2009

NACE UNA NUEVA REVISTA DIGITAL: "REVISTA DE ESTUDIOS", DE LA FUNDACIÓN 1 DE MAYO



La Fundación 1º de Mayo acaba de publicar el primer número de la "Revista de Estudios". Tendrá carácter mensual y la edición será exclusivamente digital. Según se señala en la presentación, esta publicación pretende ser un punto de encuentro para el análisis, la reflexión y amplificar el debate sobre los aspectos económicos, sociales y laborales para que los distintos puntos de vista lleguen a todas las personas interesada en aportar conocimiento al movimiento sindical. [DESCARGAR PDF ]


Se presenta este primer número por el presidente de la Fundación 1º de Mayo, Rodolfo Benito, con un artículo firmado por Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CCOO, sobre "La crisis como reto para transitar hacia un nuevo modelo económico y productivo". La crisis también es el motivo de la reflexión de Carlos Berzosa, rector de la Universidad Complutense de Madrid, que se pregunta sobre "¿Hasta dónde y cuándo la crisis económica?"; y Javier Doz, secretario confederal de Internacional, que aborda "La crisis económica y el cambio de modelo".
El catedrático de Derecho del Trabajo, Antonio Baylos, aborda "Los retos del derecho social ante la crisis económica"; y, finalmente, Elvira S. Llopis, vicepresidenta de la Fundación 1º de Mayo, analiza la situación de la mujer bajo el título "Reivindicaciones sociales, laborales y lucha por la igualdad".
Otra de las tareas encomendadas a la Fundación 1º de Mayo, que tiene hueco en las páginas de este primer número de la revista, es un servicio de Biblioteca especializada. Coro Lomas, responsable del Servicio de Documentación y Biblioteca, nos presenta las referencias bibliográficas del Centro, en eta ocasión referidas a "CCOO y la inmigración" y que incluye las publicaciones que CCOO ha editado sobre la inmigración extranjera en España

martes, 17 de marzo de 2009

Jornada de estudio sobre "Despido individual y colectivo y su protección social en la Unión Europea"



La Fundación 1º de Mayo, el Gabinete de Estudios Jurídicos de CCOO y el Centro Europeo y Latinoamericano para el Diálogo Social, organizan para el próximo 16 de abril una jornada de estudio sobre "Despido individual y colectivo y su protección social en la Unión Europea". El acto se desarrollará en Madrid, en el salón de actos del Consejo Económico y Social, e intervendrán destacadas personalidades y expertos juristas de organizaciones y universidades europeas. El diseño de la jornada se realizó en la comida que capta la fotografía.


Las jornadas contarán con las intervenciones iniciales de Rodolfo Benito, secretario confederal de Estudios y presidente de la Fundación 1º de Mayo, que realizará la presentación de las jornadas y de Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CCOO, que abordará la situación del despido en España, la protección social y el sindicato.
Antonio Baylos, catedrático del Derecho del Trabajo de la Universidad de Castilla La Mancha, y Antonio Lettieri, presidente del Centro Internazionale di Studi Sociali de Roma, abordarán, respectivamente, las ponencias sobre "Economía y política en la regulación jurídica del despido" y "La flexiseguridad en el marco de la política social europea".
La visión comparada la aportarán los representantes de Alemania (Ulrich Zachert, de la Universidad de Hamburgo), Francia (Isabelle Daugareilh, de la Universidad Montesquieu. Burdeos IV), Italia (Antonio Loffredo, de la Universidad de Siena) y Suecia (Samuel Engblom, asesor legal Tjänstemännens Centralorganisation de Estocolmo).
La jornada se desarrollarán el 16 de abril de 2009, en el salón de actos del Consejo Económico y Social (Madrid, calle Huertas, 73 VER PLANO) y las inscripciones se pueden realizar en los correos electrónicos del Gabinete de Estudios Jurídicos de CCOO (gejur@gejur.ccoo.es) o en el de la Fundación 1º de Mayo (1mayo@1mayo.ccoo.es).

jueves, 5 de marzo de 2009

“AL OTRO LADO” DE F. AKIN: A VUELTAS CON LA IDENTIDAD NACIONAL.

Ahora que se habla tanto de la identidad nacional en el Pais Vasco, cuenta Rafael Carvallo que la película "Al otro lado" de Fatih Akin le ha resultado muy sugerente. Este director nació en Berlín, de padres turcos, en 1973. Estudió Ciencias Audiovisuales en la Escuela de Bellas Artes de Hamburgo y se licenció en 1995. Ese mismo año realizó su primer corto, “Sensin – du bist es!”, que ganó el Premio del Público en el Festival de Cortometrajes de Hamburgo. Al año siguiente rodó otro corto, “Getürkt”. En 1998 dirigió su primer largo, Corto y con filo, que ganó el Leopardo de Bronce en el Festival de Locarno y el Premio al Mejor Joven Realizador en el Festival de Baviera. En 2003 realizó Contra la pared, galardonada con el Oso de Oro del Festival de Berlín y elegida Mejor Película por los Premios del Cine Europeo y por la Academia de Cine Alemana.
La película “Al otro lado” de F. Akin, (2007) plantea el problema de la identidad nacional y la inmigración en una narración muy explícita en la que estas nociones son volátiles, no fijas, en un contexto del mundo global en el que todo y todos se mueven pero sin que lleguen a establecer contacto. A continuación se insertan algunos textos que quieren ayudar a plantear esta problemática a partir de la narración del film, quizá al otro lado de la escritura cinematográfica que Akin ha realizado en este trabajo.

En primer lugar, la noción clásica de identidad nacional tal como la explica sintéticamente una de sus principales estudiosas, la socióloga Montserrat Guibernau (2007):

“Identidad es una definición, una interpretación de uno que establece qué es una persona y dónde está en términos sociales y psicológicos. Todas las identidades emergen en el interior de un sistema de relaciones sociales y de representaciones. Toda identidad exige el reconocimiento recíproco de los otros; implica permanencia y unidad de un sujeto o de un objeto a través del tiempo. La identidad se conecta también a la acción. Desde esta perspectiva, los actores deben tener la percepción de pertenencia, un sentido de continuidad temporal y una capacidad de autorreflexión que informa un proceso de constante reafirmación de la propia auto-identidad y de la diferencia respecto de los otros”
Entre las identidades, “la identidad nacional es un sentimiento basado en la creencia de pertenecer a la misma nación y compartir muchos de los atributos que la hacen diferente de las otras naciones. La creencia en una cultura común, historia, afinidades, lenguaje, territorio, religión, que funden momento actual y destino de un pueblo, se invocan frecuentemente, con intensidad variable, como la forma de compartir una identidad nacional particular. Normalmente tal identidad nacional se atribuye generalmente a los ciudadanos de un estado-nación. Pero identidades nacionales diferentes pueden ser compartidas por ciudadanos de naciones sin estado como los casos de Québec, Cataluña, Pais Vasco o Escocia”
Montserrat Guibernau, The identitiy of nations, Polity Press, Cambridge, 2007, pp. 10 y 11.

Pero frente a esta noción cultural y política de la identidad, resulta más cercana a la visión que nos muestra “Al otro lado” en el siguiente texto de Gabriel Gatti (2008):

“La palabra identidad es sencilla de enunciar pero muy difícil de pensar. Está repleta de trampas y salvaguardas, de parapetos que la preservan de la duda. Estas salvaguardas constituyen enormes lastres, de los que parecería que no nos es posible librarnos y que dificultan enormemente la reflexión sobre ella, que aún al día de hoy continúa encerrada en la mística de semper idem, en la retórica de lo idéntico, lo permanente, lo duradero, lo sólido, lo firme, lo estable, lo único, el lugar donde guardamos las cosas que permanecen.
Si lo que digo es cierto deberíamos abandonar de una vez por todas el concepto, por peligroso y, sobre todo, por inútil, pues nada describe de un mundo, el contemporáneo, con demasiadas cosas, casi todas, que no se llevan bien con esos adjetivos. Y sin embargo, la palabra identidad, tramposa o no, peligrosa o no, lastrada por enormes pesos como está, sirve: pues se usa, pues se busca, pues se dice, pues se vive. Cuidado pues con la crítica radical al término. Quizá no exista, pero se desea, quizás fuese mejor un término distinto, pero éste dice mucho de cómo funciona la construcción de nuestras identificaciones. Ojo entonces con deshacerse del agua de la bañera pues puede que al sacar el tapón se vaya tambien el niño por el desagüe: ‘La identidad es (…) una idea que no puede pensarse a la vieja usanza, pero sin la cual ciertas cuestiones clave no puedne pensarse en absoluto’ (Hall, 2003). El concepto sirve, si no como indicador de hechos – la identidad como verdad – sí como reflejo de deseos y de búsquedas – la identidad como aspiración.
Gabriel Gatti, El detenido-desaparecido. Narrativas posibles para una catástrofe de la identidad., Trilce, Montevideo, 2008, pp. 96-97.


En el film, la temática de la identidad nacional está unida al problema de la inmigración. Turcos en Alemania, la generación de los padres en la industria, sometido a una jerarquización salarial y a una especialización funcional; pero esa certeza en el origen y en el enraizamiento en otro lugar a partir del hecho migratorio, es alterado en la segunda generación. Y principalmente en el joven profesor contratado universitario – un hallazgo que su profesión no sea “obrera” sino un empleado público, trabajador de la cultura- , hijo de inmigrantes, formalmente integrado en el que se declara “su país” del que sin embargo se extraña, sin tampoco poder desarrollar un sentido de pertenencia con el país de origen familiar. Se opera una deslocalización afectiva, política y cultural, un desenraizamiento global. Es el acto del padre, su brutalidad, el que le permite desprenderse de su medio de vida y de trabajo y el que le conduce a otro lugar, evocado pero inasible en su realidad actual. Y a la inversa, en la dirección Turquía – Alemania, de la joven estudiante que rechaza y resiste el contexto identitario turco para acudir a otro país que no la acepta y al que tampoco ella acepta sino como vía de escape, no sólo personal, sino también de una acción política minoritaria y elitista, repelida también por la gran mayoría de la población en Turquía –la escena de los aplausos a la redada policial.

Más complicado es el proceso de las dos alemanas, madre e hija, en su relación con la otra identidad cultural y política de Turquía. En ese nivel la identidad alemana se pone en crisis por la identificación afectiva con el diferente, con el otro, y con el descubrimiento de éste como objeto de atención y de cariño. Aunque en el caso de la madre el descubrimiento se produzca a partir de la extinción física de la persona que oficia de “médium” afectivo entre un mundo y otro.

En el film se contiene también una referencia continua a los debates sobre la importancia de los paradigmas de la cultura occidental – su identidad histórica, política, incluso religiosa – respecto de la cultura, la historia y la política turca en el proceso de integración en la Unión Europea. Desde la conversación en la cocina hasta los interrogatorios policiales en la cárcel, la influencia de este proceso de integración sobre la cotidianeidad, es muy llamativo.

El tema de la hibridación identitaria, de la renuncia a las certezas de cada uno y la exaltación de un campo cultural que puede amortiguar las diferencias y las heridas, convergen en una mirada compasiva hacia los personajes que son capaces de sobrevivir a ese continuo entrecruzarse de destinos trágicos. Viven en una frontera que traza cada día sus bordes y evocan las pérdidas sufridas, de las personas desaparecidas y de la creencia en una historia (pasado, presente y futuro) que les de un sentido colectivo.