Agustín Moreno, ex-miembro del secretariado de CCOO y actualmente profesor de instituto y participante activo en la marea verde ciudadana, ha publicado en Cuarto Poder un muy interesante artículo que se denomina Tiempo de esperanzas. A continuación se copia aquí una parte del mismo dirigida a la necesidad de una alternativa de izquierdas con peso electoral importante que recoja el fruto del proceso de movilización de estos dos años anteriores. Con ello felicitamos el año nuevo a los lectores de la blogosfera parapandiana.
He aqui el fragmento del artículo.
La necesidad de construir la alternativa
El panorama
es tan lamentable que daría miedo si no fuera por dos cosas: la certeza
de que este gobierno puede durar muy poco si los espacios de resistencia
popular van acompañados del sentido común para la creación de una
alternativa. Y porque el nivel de movilización social y ciudadana debe
conseguir que las libertades sean irreversibles.
El problema de España es sobre todo político. Las crisis económicas y
financieras se repiten periódicamente, pero son la consecuencia de las
equivocadas políticas que se han aplicado durante mucho tiempo: modelo
especulativo, dependencia tecnológica, subvenciones a los empresarios,
mercado de trabajo degradado y con bajos salarios, excesivo gasto
militar… Y la rampante corrupción: se repartieron comisiones unos
delincuentes metidos a concejales y políticos, se financiaron los
grandes partidos, se enriquecieron los sinvergüenzas. Acabó la fiesta
del ladrillo, nadie pagó la cuenta y ahora nos la pasan a todos
nosotros.
Este país necesita regeneración política. No se puede partir del
fatalismo de que la corrupción es inevitable, aunque tampoco podemos
caer en la ingenuidad de pensar que no es algo inherente al sistema
capitalista. Hay que fortalecer los mecanismos democráticos y de control
aplicando el principio de tolerancia cero: mayor sanción social,
política y electoral de la ciudadanía, que no puede votar a los partidos
políticos complacientes con el latrocinio de los fondos públicos.
La crisis tiene un carácter político que presenta rasgos más
importantes incluso que la crisis económica. Desafección política y
electoral, desconfianza hacia partidos, instituciones y casta política.
Deslegitimación que se resume en el “No nos representan” como metáfora
del alejamiento de los ciudadanos de lo que consideran un simulacro de
democracia.
Los movimientos sociales deberían de jugar un papel decisivo. La gran cuestión es: ¿son capaces de pasar al Sí nos representan
y articular, con otros, referentes político-electorales que den la
batalla en las instituciones por el cambio necesario? Más que grandes
líderes habría que buscar grandes ideas, programas y complicidades,
determinación de cambio. La primera chinita que hay que poner para, a
partir de ella, formar la perla, es un programa consensuado con el
mínimo común denominador que una a partidos de la izquierda real,
movimientos sociales y mareas ciudadanas. Y escoger a las personas más
honestas para que sean representantes en las instituciones. Candidatos a
prueba de Google, personas normales haciendo cosas
excepcionales. Porque hay que poner en pie una propuesta de cambio, pero
también una bandera ética que haga que la ciudadanía vote con
entusiasmo y sin tener que taparse la nariz.
Es estupendo que las encuestas digan que IU avanza bastante, pero no
es suficiente para que haya una alternativa. Hace falta más presencia
política y electoral para cambiar las cosas de raíz. Y se necesita
generosidad política para entender que los intereses generales deben de
estar por encima de los de una formación, después de tantos años de
travesía del desierto. También se requiere prudencia de las pequeñas
organizaciones a la hora de las exigencias. Y priorizar lo esencial, que
en este caso es derrotar a la derecha. Se equivoca quien prioriza su
consolidación como partido y la posibilidad de sacar algún eurodiputado
rechazando para ello la política de alianzas.
Habría que crear una especie de bloque sociopolítico alternativo, una especie de frente por la decencia y el cambio,
donde se sienta representada esa amplísima mayoría que padece las
políticas actuales y que necesita un referente político electoral. Que
necesita recuperar la ilusión de que es posible acabar con la falsa
política de apaciguamiento de los mercados que conduce al recorte sin
fin. Para que no se quede la indignación en casa y llegue a las urnas
con consecuencias de cambio. Porque la abstención, que prende más en la
izquierda, es un regalo para el poder que seguiría gobernando tan
deslegitimado como ahora. Para salir de la actitud de espera, para
romper el miedo.
Para ello, haría falta avanzar en una serie de líneas de acuerdo: un
programa de mínimos que se plantee la recuperación de derechos
expoliados y los objetivos del empleo, la protección social y los
servicios públicos; la apertura de un proceso constituyente hacia una
república federal donde convivan voluntariamente todos los pueblos del
Estado español, quizá la única vía de que Cataluña no se proclame
independiente en el ejercicio de su derecho a decidir; que resignifique
el concepto de democracia y cambie la ley electoral; una elección de
candidatos con criterios muy participativos, representativos y plurales;
un código ético muy riguroso en el ejercicio de los cargos públicos, la
limitación de mandatos y la revocación; así como todas aquellas
propuestas de interés que se puedan consensuar.
Hay ciudadanos que creen que la política es como la meteorología, que
los gobiernos se suceden como las borrascas y los anticiclones. Pero no
es así: depende de todos nosotros. Si falta la inteligencia necesaria
para construir la alternativa, el futuro nos deparará más desigualdad,
menos derechos y más represión para imponerlo. Estamos ante la ocasión
histórica de acabar con el bipartidismo de esta segunda restauración
borbónica, de cambiar de base esta sociedad y abrir un nuevo proceso
constituyente.
Es lo que se está intentado desde “Suma, la gente primero”, donde
está IU, asambleas del 15-M, IA, y otras muchas plataformas de izquierda
y movimientos. Pero no parece que esté siendo fácil (3). El escenario
ideal sería que en las elecciones europeas de 2014 se produjera tal
derrota de la derecha que se viera obligada a adelantar elecciones. Me
gustaría tener la certeza de que seremos capaces de lograrlo para todas
las elecciones de 2015. Estamos obligados a hacerlo, porque si luchamos y
conseguimos recuperar la ilusión de la gente, podremos abrir un nuevo
tiempo de esperanzas. Para ello hay que echarlos del poder porque, de lo
contrario y para nuestra desgracia, Rajoy y esta derecha seguirá formando parte de nuestro futuro.
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